jueves, 3 de julio de 2014

Gran Trail Peñalara 2014


Soy consciente que la narración que voy a haceros de mi experiencia en el V Gran Trail Peñalara GTP110 puede resultar espesa, pero creo, como así lo experimento yo mismo cuando leo crónicas de otros amigos del ultra-trail, que todos los datos, descripciones y detalles de sus experiencias en pruebas a las que tengo intención de asistir, son realmente valiosas para ver, a través de otros, cual es tipo de terreno y nivel de dificultad de los lugares por los que voy a transitar, así es por lo que ya os adelanto que se os puede hacer larga su lectura, pero espero que para ese corredor que tiene intención de afrontar este reto le valga para conocer de antemano algo más cuál es la envergadura de esta aventura.



21:30 horas, aparcamos junto al polideportivo en el que en unas horas antes había recogido el dorsal y dejado la bolsa para el control de Rascafría, el ambiente se palpa ya desde aquí, a unos cientos de metros de donde se encuentra ubicado el centro neurálgico de la prueba, corredores de la GTP y del Cross Nocturno preparan sus mochilas, se ajustan zapatillas, repasan últimos detalles y los que han venido con compañeros de fatiga intercambian vivencias, o para los más afortunados escuchan consejos sobre zonas del trazado por donde pasaremos por conocerlas, bien de anteriores ediciones, bien por haberlas reconocido en salidas puntuales en sus entrenamientos. Deciros que desde las 07:00 horas me encontraba en pie, y que me había resultado imposible descansar, por lo que acumulaba cierto cansancio, incluido el producido por el viaje hasta Navacerrada.


22:00 horas y ya nos encontramos la mayoría congregados junto al punto de Control de Acceso al cajón de salida, unas fotillos del momento, ánimos por parte de mi más incondicional admiradora, Pili, a quien siempre debo su enorme paciencia en estas aventuras en las que me meto. Poco a poco vamos entrando y decido quedarme ubicado de mitad para atrás, como suelo hacer siempre, yo nunca me juego nada y creo que las posiciones de delante son para los que tiene posibilidades de conseguir buenos puestos, aunque en esta ocasión no habrá problema de tapones, ya que según he podido saber los primeros 5 kilómetros son por pista ancha, por lo que dará tiempo a que cada cual coja su lugar natural en carrera antes de que comiencen las zonas de senda y los adelantamientos se compliquen.

Ambientazo total, música propia para el momento y para motivarse, Depa, un speaker que es un auténtico crack de la animación, y habitual en las mejores citas de ultras y carreras por montaña, van calentando los ánimos, y a falta de escasos minutos se guarda uno de silencio en recuerdo de dos compañeros de la R.S.E.A. Peñalara fallecidos hace poco en alguna aventura propia de montañeros.


Ahora, sí… 10…9…8…7…6…5…4…3…2…1… y el crono se pone en marcha, 484 ultra-runners comenzamos nuestra aventura, una serpiente de luces blancas y rojas se estira por las calles de Navacerrada  buscando las afueras de la localidad, enseguida cogemos pista de tierra y desde el primer metro empezamos la ascensión, partiendo desde los 1.194 m de altitud buscando nuestro primer objetivo, la Maliciosa, a 2.224 m, en poco más de 8 km. Subida cómoda por pista la primera mitad y vertical el resto, de firme complicado por ser de piedra suelta que no agarra y que te hace perder tracción continuamente. 

Desde los primeros kilómetros no quiero olvidar de hidratarme, no quiero tener problemas, por lo que a pequeños sorbos voy haciendo lo propio durante toda la subida, a pesar de que el cuerpo no diese sensación de sed, pero es que tampoco hay que dejar que esa sensación aparezca, porque eso es signo de que la hidratación comienza a fallar, y con estas distancias no hay posibilidad de errores de planificación si uno quiere conseguir su objetivo. Por cierto, mi objetivo principal en esta prueba era bajar de las 22 horas, estoy muy seguro de mí mismo, y sé que no es un objetivo inalcanzable, más bien lo doy por hecho, salvo que me surja algún problema físico debido a alguna caída o similar, por lo que llevo un segundo objetivo mucho más ambicioso, bajar de 21 horas, concretamente me había puesto como mejor crono 20 horas 50 minutos, y diréis ¿por qué este tiempo tan raro…? Pues bien, os lo cuento, cogí las clasificaciones del año pasado e hice una media de los tiempos de los puestos 50 al 100, y el tiempo obtenido fue ese… 20 horas y 50 minutos, me puse un reto importante para mí, hacer un crono dentro de los 100 primeros con respecto a la edición 2013. Tenía serias dudas de poder conseguirlo, ya que era mi primer ultra de esa distancia, hasta la fecha, la mayor distancia recorrida había sido en el Andorra Ultra-Trail Vallnord 2013, concretamente en la prueba denominada Celestrail, con 83k y 5.000 m positivos, en el que invertí  18 horas y 18 minutos. En principio no era una meta descabellada, el desnivel acumulado ya lo había gestionado, y la distancia, aun siendo mayor a la conocida, daba en principio mayor margen a imprimir un mayor ritmo al acumular un desnivel similar en una distancia bastante mayor, pero aun así, todo es una incógnita, las ascensiones son mundos independientes, hay que vivirlas para sacar conclusiones, y nunca hay dos iguales, ni subiendo exactamente por el mismo itinerario…


Después de este inciso, continuamos con la narración de mi aventura.  Tras 1 hora y 36 minutos corono La Maliciosa, control de paso, buena ventolera que enfría el sudor en instantes, por lo que tirarse hacia abajo buscando descender más de 1.200 m en otros poco más de 8 kms resulta lo más reconfortante buscando el abrigo de la montaña. Un descenso complicadísimo los primeros 3 kilómetros, muy verticales, de piedra suelta, zig-zags enlazados y cortos, un calvario para los cuádriceps, y el resto hasta el primer avituallamiento, en Canto Cochino (1.033 m), algo menos complicado pero igualmente cansino por lo acumulado anteriormente. 

Con el crono marcando 2 horas y 55 minutos entro el segundo control de paso en el kilómetro 17 y primer avituallamiento, relleno bidones, como algo y saco las piedrecillas de las zapatillas. Escasos 10 min y de nuevo hacia arriba, a buscar el Collado de la Pedriza (1.330m), por donde marco un crono de 3 horas 36 minutos en el control de paso habilitado en la cima, son poco más de 3 kms, en los que el primero es muy vertical, entre grandes piedras a las que hay que echar la mano en alguna ocasión y fuertes rampas de arena y piedra suelta  para luego suavizar y poder rodar cómodo antes de afrontar el descenso, igualmente corto, pero que se hace difícil por tener ser su primera mitad del estilo del de la Maliciosa y el resto tupido por vegetació que oculta posibles zonas de riesgo hasta buscar el punto más bajo, cota de 954m.


 Rodamos por una zona de bastante humedad, y retomamos la pendiente, esta vez más suave, donde se puede trotar  en busca del puerto de la Morcuera (1.776m), son unos 16 kms de ascenso con algún que otro tobogán, y en cuyo primer tercio tenemos el segundo avituallamiento en la Hoya de San Blas (1.160m), km. 27, donde marco un crono de 4 horas y 49 minutos y donde de nuevo recargo bidones, algún picoteo, y  limpio de chinas las zapatillas. Hasta la Hoya de San Blas el terreno es por senda, trotona, pero que requiere atención por ser estrecha en su mayor parte, con canto suelto y vegetación tupida. Pasado el control y avituallamiento, el ascenso se continua, en el segundo tercio del ascenso por pista corredora,  donde pongo un ritmo de carrera y trato de desconectar para descansar, la ausencia de riesgos por la pista permite hacer “click” y ponerse en estado de “stand by” hasta salir de la pista ahora para tomar una senda trotona durante el tercer y último tercio de la ascensión, aquí ya hay que ponerse en “on” para evitar un tropiezo. En la cima de la Morcuera nuevo control de paso, 6 horas y 50 minutos, y nuevo avituallamiento, idéntico ritual, nos encontramos en el km. 40 de carrera. Toca descenso, muy cómodo, unos 15 kms hasta Rascafría (1.166m) y casi ecuador de la carrera, es en el segundo tercio del descenso donde amanece y se puede apagar el frontal. Todo el descenso, salvo un primer kilómetro hasta acceder a la pista, es muy rodador, donde imprimo un poco de ritmo y adelanto a bastantes corredores. Una vez llegado a las afueras de Rascafría, se coge una recta llana junto a la carretera, que se hace interminable hasta llegar a la bifurcación a la izquierda que hay que coger justo al llegar al semáforo de acceso a la localidad, desde aquí hasta el control y avituallamiento, a unos cientos de metros, es en subida, que hago andando para recuperarme del descenso.


Hasta aquí todo me había ido perfecto, entro en el control ubicado en el polideportivo de Rascafría, km. 55 de carrera, con un crono de 8 horas y 35 minutos, es aquí donde mi carrera sufre un punto de inflexión,  un contratiempo de la organización nos da un revés a todos, este avituallamiento es donde se ubica lo que se viene a denominar una “base de vida”, que es un punto, a mitad de recorrido, más o menos, donde te llevan una bolsa que previamente has entregado antes de la salida, y en la que llevas ropa de recambioy aprovisionamiento para reponer lo gastado por el camino. Se suponía que habría vestuarios, e incluso duchas por si alguien quisiera darse una para reconstituirse, es decir, un avituallamiento caliente. Sin embargo, al parecer, el consistorio no cedió a la organización las instalaciones del polideportivo, por lo que no dispusimos ni de vestuarios para poder cambiarnos, ni de local cerrado al abrigo, ni de avituallamiento caliente… personalmente me supuso un mazazo psicológico importante. Los 15 kms de descenso desde la Morcuera, abrigado con el cortavientos por la bajada de la temperatura, lo focalicé en el reconfortante calor del próximo punto de avituallamiento, mi intención era cambiarme de ropa por completo para retirar el exceso de sudor acumulado, tomar algo caliente que me entonará el estómago y descansar un poco. Sin embargo sólo dispusimos de un avituallamiento como los anteriores, frío, al aire, en un parque de césped húmedo por el rocío, y a la sombra, ya que aún el sol no había hecho su aparición. Con el fin de evitar un bajón considerable acorto mi parada para tratar de evadirme en la próxima ascensión.


El contratiempo de Rascafría, el frío del descenso y la falta de algo caliente suponen el desajuste de mi estómago... dejo de digerir lo que llevo, no asimilo ni sales, ni isotónica, sólo puedo tomar agua, y me estoy enfrentando a la parte más dura del recorrido, 18 kms de continuo ascenso, primero al puerto del Reventón (2.037m), con ascenso por senda en su primer tercio, y por pista el resto, permiten trotar durante todo el ascenso, yo me lo tomo con calma, tengo que economizar si quiero seguir en carrera al no ser capaz de ingerir nada. Así mi crono en el control de paso del Reventón es de 11 horas y 13 minutos, tomo unas galletitas saladas y dos gominolas a ver si soy capaz de digerir algo, de lo que llevo no me entra nada. 

Sigue el ascenso al techo de la prueba, el radical Peñalara (2.429m), su especial dificultad es que es muy técnica, por el ascenso de contínuas trapadas a los Claveles, y el posterior cresteo por el caos de bloques gigantes de granito durante unos cientos de metros, hay que concentrarse al 110%, ya que cada paso es una aventura, pisar en los cantos y filos de los bloques, o en sus caras inclinadas, y con suerte planas, son un baile continuo de tensión muscular y mental, y finalizarlos es un relax absoluto. Hago cima en el control de paso con un crono de 12 horas y 57 minutos, aquí no hay avituallamiento, el próximo está en La Granja de San Ildefonso, al final del descenso que toca…


El ascenso desde Rascafría, km.55 hasta Peñalara, km.70, me lleva la friolera de 4 horas, esa también era la media  aproximada que había sacado de las clasificaciones del año pasado, y habiéndome parecido entonces excesiva he de reconocer que bien cuesta ese tiempo si no se es un crack de ultra-trail, desde que salí de Rascafría hasta Peñalara no sólo no me adelantó nadie del GTP, si del TPK80 y TPK60, sino que algunos superé yo, por lo que concluí que mi ascensión, pese a ser tan larga y con los problemas del estómago, había sido buena.

Tras 4 horas sin comer ni beber salvo agua, me enfrento a un descenso complicadísimo en su primer tercio, los primeros cientos de metros son incómodos por hacerlo por piedra rota y suelta, pero vienen bien para calentar los cuádriceps para lo que llega a continuación, cerca de 2 kms verticales y muy técnicos, por el firme resbaladizo por sueltas, arenas y continuos zig-zags, mis piernas no sé cómo aguantan… hasta coger una senda bastante cómoda y muy llevadera que transita por bosque, preciosa, y que nos lleva hasta las afueras de La Granja, en total el descenso suma más de 1.200m de desnivel negativo, y tras unos cientos de metros relativamente llanos llegamos al control de paso y avituallamiento en la Granja de San Ildefonso (1.241m), kilómetro 80 de carrera, donde marco un crono de 14 horas y 27 minutos.


El recibimiento del público en La Granja es espectacular, un pasillo humano de más de cien metros que te empuja hasta el control de paso y avituallamiento, donde decido hacer una parada algo más larga de lo programado para tomar una ensalada de pasta que parece que asimila mi estómago…, menos mal, aún faltan 32 km a meta, y creo que esa ensalada ha sido la clave para mi carrera.

Si bien los siguientes 12 kms eran en continuo ascenso por vereda del río y camino real de piedra y senda entre pinos hasta la Casa de la Pesca (1.435m), siguiente control de paso y avituallamiento, eran totalmente rodadores, me vi impedido de correr porque el trote y la ensalada en mi estómago delicado me pusieron sobre aviso, relájate y camina, asimila lo que has comido y déjate llevar, así es como me acordé de mi amigo Qanzio Ben Zakay, crack del Nordic Walking, y me dije, esta es la ocasión de tratar de emularle… así que ni corto ni perezoso a imprimir un ritmo fuerte al caminar, que me demostró que a la larga resultó más eficiente, varios corredores que tenía fichados comenzaron el tramo corriendo, teniendo que parar a andar de vez en cuando por el cansancio, lo que me permitía ir haciendo la goma, no se me fue ninguno e incluso a alguno dejé atrás, por lo que me reafirmo… tengo que incluir el Nordic Walking en mi rutina de entrenamientos, que pasada como se camina con fuerza y economizando al máximo.


Casa de la Pesca (1.435m), control de paso, 16 horas y 47 minutos, avituallamiento: un trozo de naranja, unos frutos secos y a rellenar los bidones de agua, esta vez incorpora sales, pero reduzco a la mitad el concentrado, a ver si mi estómago puede asimilarlas, necesito evitar una deshidratación, el calor es fuerte y me queda la ascensión dura hasta el Puerto de la Fuenfria (1.792m) seguida al de Navacerrada (1.862m).

El ascenso al comienzo no es muy exigente, pero a medida que vamos ganando altura las rampas se hacen cada vez más duras, mi estómago parece asimilar las sales, que junto con el agua logran hidratarme y la sudoración es buena, parece que he conseguido recuperar el tono. Los últimos 800m a la Fuenfría son durísimos, son rampas más propias de un crotafuegos que de una “pista”, repleta de piedras y cantos rodados. Paso corredores que quedan boqueados de las piernas, consigo no aflojar, y mi cadencia es fuerte y buena, voy con seguridad y confianza, esto ya está casi hecho, en el control de paso marco un tiempo de 17 horas y 50 minutos. El ascenso al puerto de Navacerrada es por el camino Schmith, suave, con toboganes, precioso…  aquí se puede correr, aunque yo me limito a trotar, y en algún tramo más pendiente a andar, pero con fuerzas es una ascensión que puede hacerse muy rápida.

Puerto de Navacerrada (1.862m), control de paso, 18 horas y 47 minutos, último avituallamiento hasta meta, dos trozos de queso, relleno un bidón, y me dispongo a afrontar los dos últimos kilómetros de ascenso hasta paraje conocido como el “emburriadero”, desde donde se inicia el último descenso de unos 8 kms, duros en el comienzo, por el cansancio acumulado, ya que tampoco es un descenso complicado, pero cuando tus cuádriceps ya queman cualquier “obstáculo” es un riesgo, así que tranquilo. La segunda mitad del descenso es más suaves, coincide con el inicio de esta aventura.

Al inicio del ascenso al “emburriadero” es donde me junto con un compañero de fatigas, un chaval de Madrid, con quien entablo una conversación y donde me dice que sus piernas ya están muertas, que no le dan de sí y que no va a arriesgar en la bajada, por lo que decido llegar con él a meta. Después de más de 100 kms en solitario se agradece poder intercambiar impresiones y experiencias, y a mí, además de ir ya muy justo, no tengo intención de arriesgar absolutamente nada en la bajada, no he tenido ni un solo percance en más de 100 km y no voy a jugármela en lo que queda, ya me da igual hacer unos minutos más que menos, sabía que mi ambicioso objetivo lo tenía hecho, y no me quiero privar de una compañía agradable a la par que tanto uno como el otro nos servimos de apoyo moral. Era también su primera participación en esta prueba, y también la primera vez que se enfrentaba a esta distancia, si bien, al igual que yo, ya había tenido experiencia en otros ultras de menor distancia. También él se había marcado como objetivo principal bajar de las 22 horas, por lo que, como yo, ya se sentía satisfecho con su resultado a falta de los últimos 8 kilómetros, así que éstos resultaron muy amenos.



Control de paso previo a meta, La Barranca, 19 horas y 49 minutos, y ya hasta Navacerrada, las piernas doloridas, trote cochinero, pero cuando ya estás en las calles y ves a la gente animando sacas fuerzas de donde ya no hay nada, y mágicamente tu trote se convierte en zancada, sabes que ese último esfuerzo, que es por todos ellos, por todos los que se han congregado para ver llegar a los corredores, aplaudiendo, lanzando  vítores y gritos de ánimo… alfombra azul de últimos metros, arco de meta al fondo, el speaker que se desgañita con cada uno de nosotros, y la gente que te ofrece la mano en señal de reconocimiento al esfuerzo, espectacular… cruzo el arco y me recibe Pili al otro lado de la valla, no sé cómo lo hace, pero siempre está esperando para recibirme, y como reconforta…

Nos abrazamos mi compañero de fatiga final y yo y nos felicitamos por haber conseguido nuestro objetivo con creces,  yo incluso mi objetivo más ambicioso de forma bastante holgada, ya que pare el crono en meta con un tiempo de 20 horas y 22 minutos, con lo que aún disponía de un colchón de casi 30 minutos.  Recibimos nuestra medalla de Finisher y nos dimos nuestro último avituallamiento, sobre todo a base de sandía… ufff…¡¡¡que rica!!!!

Bonito y durísimo ultra, al que el año que viene espero volver, no sé si repetiré distancia o haré alguna de las inferiores, TPK80 o TPK60, todo dependerá de cómo me planifique la temporada, pero sí que espero volver.


Agradecer a la organización su titánico esfuerzo para sacar adelante una prueba tan complicada a pesar de ese contratiempo de Rascafría, me gustaría que el consistorio recapacitara la decisión de este año y que el próximo, gracias a su imprescindible colaboración, nos agasajara con la disponibilidad de sus instalaciones para poder disfrutar de un avituallamiento y descanso como estoy convencido que ellos saben pueden ofrecernos, de lo que no les quepa ninguna duda todos y cada uno de los locos del trailrunning estaríamos eternamente agradecidos.

Y no quiero finalizar mi crónica sin dedicar un agradecimiento muy especial a todos los VOLUNTARIOS que hicieron posible que todos nosotros hayamos disfrutado enormemente, sois indispensables para que todo esto sea posible. Vuestra ayuda y sonrisa en cada uno de los puntos críticos de paso, controles y avituallamientos, hacen mucho más llevadero nuestro esfuerzo, y parte de él creedme que es gracias a vosotros. Mis más sinceras felicitaciones y agradecimiento, espero volver a veros.

Ahora queda recuperar y en 4 semanas afrontar mi tercer gran objetivo de la temporada, la Vuelta al Aneto.